Perdonar no significa aceptar que un comportamiento fue el adecuado, ni ignorar un daño que ya está hecho. Perdonar significa reconocer que cada persona hace lo mejor que puede en cada momento con la información y herramientas que tiene en ese momento. Es un camino para liberar esa actuación, a la otra persona, y a nosotros mismos. Liberar el pasado, es el único camino para volver al presente y poder disfrutarlo.
Es humano equivocarse y es de consciencia elevada reconocer que es así y perdonar. Quizás no sea fácil y nos costará un tiempo y unos ejercicios. Lo que es realmente importante es la disposición a perdonar. Perdonar no deja de ser una decisión egoísta. Si nos cuesta encontrar motivos más espirituales, podemos decidirnos a perdonar porque nos reconectará con nuestra esencia, nos ayudará a recobrar nuestra alegría, serenará nuestra mente etc. Es la puerta de nuestra liberación emocional.
EJERCICIO DEL PERDON.
Haz una lista de todas las personas con quienes estás enfadado y enumera todo lo que han hecho. Puedes incluirte también a ti y a todas tus actuaciones que consideres poco dignas. Este ejercicio es un revulsivo totalmente liberador. Cuando tengas tu lista, créate un espacio de total intimidad donde no puedan molestarte y ponte una música suave que te inspire. Pon un reloj con alarma y date un tiempo de cinco minutos.
Cierra los ojos, respira profundamente y durante ese tiempo enumera tu lista (aunque de memoria) diciendo por ejemplo: "perdono a mi padre, por no estar cuando le necesitaba",""perdono a mi hermano por competir siempre conmigo y hacerme sentir inferior", "me perdono a mi por no haber estado a la altura y haber perdido mi trabajo" etc. Por cada frase que digas, imagínate que la Vida está contigo y te responde: "Gracias, yo te libero". Si alguien quiere hacer este ejercicio contigo , que la otra persona sea la Vida y vaya repitiendo en voz alta la frase cada vez que tu enumeres un hecho de tu lista. No pares de decir cosas mientras no pare el reloj. Permítete llorar si te apetece. Cuando acabes, deja la música puesta y date unos minutos para sentir el júbilo del perdón. ¿Te sientes más ligero? ¿Más feliz? ¿Igual como antes? Deja que surja lo que sea y anota tus impresiones, si te apetece. Puedes repetir este ejercicio de vez en cuando. Verás que a veces te sorprenden tus propias respuestas y en tu lista habías escrito unas cosas y luego con los ojos cerrados tu corazón suelta otras de las que quizás ni te acordabas pero siguen gravadas a nivel inconsciente.
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