Conocer y entender el mundo de las emociones es acercarnos más al reconocimiento del funcionamiento emocional que tenemos en nuestro propio ser. Es la fuente de conocimiento sobre nosotros mismos y una manera de descubrir las herramientas necesarias para el cambio que nos conducirá al equilibrio interno y a una mejor adaptación al medio.

jueves, 25 de agosto de 2011

2. Revisando la propia historia emocional

Tu malestar emocional proviene en la mayoría de casos de las disfunciones sufridas en tu infancia. Todos nuestros padres, con la mejor de las intenciones, nos dejaron gravadas algunas creencias y situaciones en que se nos quería o se nos dejaba de querer -según nuestros ojos de niño- de acuerdo con cómo actuáramos.
Por ejemplo, digamos que mi manera de expresar el enfado cuando era pequeña era llorar hasta ponerme de color lila. Mi madre reiteradamente me repetía "no llores" para evitar el escándalo público. La agobiaba tanto con mis ataques de histeria, muchas veces sin causa justificada a su entender, que al final se acababa poniendo nerviosa y me gritaba o me pegaba suavemente. La conclusión que saca un niña pequeña de ahí es "enfadarse no está permitido y trae problemas; por lo tanto es malo". Y esto se traduce en dos lecturas posteriores. Una, que yo me convierta en una persona a quién no le gusta enfadarse y reprima o manipule mis enfados tanto como sea posible y dos, que cuando realmente me enfade saque todo mi potencial de niña interior herida y líe las mismas rabietas que cuando era pequeña.
Hasta que no encauce mis enfados de forma correcta, no me sentiré bien con ellos y me sentiré inadecuada cada vez que necesite expresar mi enfado y no sepa cómo. Y esta misma argumentación se aplica a muchas otras situaciones. Todos llevamos un gran bagaje emocional que se ha grabado en nosotros en nuestros primeros años de Vida. Los primeros cinco años el niño es inocente, lleno de confianza y amor emocional, alegre, divertido y dinámico, pero poco a poco va aprendiendo que hay normas.
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El código familiar está lleno de creencias y límites; algunas positivas y adecuadas para esa edad, pero muchas negativas, o mal expresadas que limitan el potencial de cada niñ@ haciendo que se convierta en un adulto con muchas heridas internas. Padres y profesores con frases del tipo: "no chilles", "cómetelo todo", "si no haces bien los deberes no te querra, "tú para dibujar no sirves", "tú no eres como tu hermano" etc. van haciendo mella en el potencial original y el niño se desconecta. A los siete u ocho años de edad, el niño decide que no es seguro ser natural y aprende un montón de mecanismos de defensa que le ayudarán a encajar en su ambiente pero que le desconectaran con su mundo emocional auténtico creando muchas barreras y muchos miedos.
Estas barreras sólo podrán romperse, cuando el adulto tome de la mano a ese niño herido y le haga sentir que su esencia, tal como es en realidad, está bien y que ya no necesita amoldarse a las características y normas de nadie.

EJERCICIO: ¿Cómo era la Vida familiar en tu casa? ¿Te sentías querido y comprendido? ¿En qué chocabas con tus padres? ¿Qué frases negativas te repetían tus padres sin cesar? ¿Cómo te enfadabas entonces? ¿Podrías nombrar algún hecho(s) o desengaño(s), como el despertar a tu vida adulta? ¿Qué pasó? ¿Cómo te sientes ahora al respecto?

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